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Tres predicciones malsanas para 2026

De músico, poeta y loco todos tenemos un poco, reza el dicho. En realidad, de los dos primeros, músico y poeta, poquitito, casi nada. Hay algunos que sí creen tenerlo y nos inundan de mala música y pésima poesía, pero eso es otro tema. De lo que sí tenemos más es de locos y de brujos; a todos nos da por andar adivinando lo que va a pasar. Apostamos qué equipo ganará, tratamos de predecir el clima o, peor aún, confiamos en las promesas de los políticos y lo asumimos como si fuera a suceder.

Atendiendo al brujo escondido que todos llevamos dentro, he aquí algunas predicciones para 2026. Podría quedar como un magazo haciendo las predicciones sencillas, como, por ejemplo, sentenciar que el Atlas no será campeón, que México no llegará a cuartos de final, que el abasto de medicinas no mejorará, que el Tren Maya perderá un montón de dinero o incluso que Gerardo Fernández Noroña dirá al menos una tontería por semana y Lily Téllez dos. Mis tres predicciones son un poco más arriesgadas, aunque en realidad no tanto, pues los políticos son más predecibles que la Hora Nacional y más simples que la tabla del uno.

Primera: La Línea Cuatro del tren eléctrico no se concluirá en 2026. Sí, una cosa es que estén rodando los trenes y den servicio y otra muy distinta que se concluyan las obras que permitirían que el tren funcione al cien por ciento, tal como la prometieron. Con la excusa de la veda mundialista, ni la conexión con el Macrobús ni los pasos a desnivel faltantes tienen visos de terminarse el próximo año. Eso sí, podemos adivinar que desde los primeros meses brotarán nuevos fraccionamientos ahí donde hoy solo hay maizales.

Segunda: El Siapa se va a refundar para seguir igual. Después de muchas maromas, tecnicismos y palabrotas como reingeniería, modernización, aggiornamento (esta es la mera dominguera), todo seguirá igual. Nada de qué extrañarse: si los naranjas refundaron Jalisco el sexenio pasado y los habitantes del Estado ni nos enteramos, que no refunden el Siapa. Mi predicción es que seguirá exactamente igual, con los tanques llenos de burocracia y un enorme catálogo de excusas de por qué ni el agua ni la nómina son transparentes. La refundación se reducirá a un jingle y dos tik-toks.

Tercera: El país más democrático del mundo (osease, México) perderá las instituciones garantes de la democracia para ahorrar billetes. Con el argumento de la superior autoridad moral de la izquierda, don Pablo Gómez dirá que no se necesita gastar dinero en las instituciones electorales, pues ellos no son como los de antes. Hacen lo mismo, dicen lo mismo, el resultado es el mismo, pero se creen distintos y con ese argumento matarán a la institución que nos dio elecciones libres por 30 años.

Feliz año.

diego.petersen@informador.com.mx

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