El sol brillaba en lo alto de un cielo azul sin nubes, soplaba una brisa muy agradable, y Edlyn, Mako y Diana, con la barriga llena después de haber comido demasiado en el café Ondina, regresaban tranquilamente hacia la residencia del campus.—¿Cómo va tu adaptación? —preguntó Edlyn de repente—. Nunca habías estado tanto tiempo fuera del agua.—Oh, bien, ya saben —respondió vagamente Diana.—A nosotros puedes contarnos lo que sea —insistió la primera—. Sabemos lo duros que pueden ser los primeros días, cuando echas de menos el contacto con el agua constantemente.—Durante mi primera semana aquí nadaba tres veces al día en la laguna —confesó Mako—. ¡Pasaba más tiempo dentro del agua que fuera! Edlyn y Diana rieron.—Es verdad que mi cuerpo extraña nadar en las aguas de la laguna —reconoció Diana—, pero la verdad es que nunca había sido tan feliz como lo soy ahora. Verán, yo… Yo en la laguna no me relacionaba con nadie. No tenía amigos —confesó—. Soy una sirena Aysun.Edlyn pegó un respingo sorprendida:—¿Eres una Hija de la Luna? —inquirió, con una mezcla de admiración y de recelo en la voz.—¿Qué es eso? —se extrañó Mako.—¿Es que nunca has estudiado o qué? —se impacientó Edlyn, exasperada por las pocas nociones de cultura acuática de su amigo—. Una Hija de la Luna es una sirena que nace en una luna azul. Todas las sirenas que llevan el apellido Aysun son Hijas de la Luna. Nacen con un don, tienen poderes especiales que las hacen más fuertes que el resto de nosotros… No se mezclan con las otras sirenas, se crían en soledad. Diana asintió, constatando que Edlyn conocía bien el tema. —Sé que existen otras sirenas Aysun en otros lugares del mundo, pero nunca he conocido a ninguna—se sinceró—. Las Hijas de la Luna tenemos poderes especiales y precisamente por este motivo estamos siempre tan solas… Las demás sirenas no se sienten cómodas con nuestra condición.—¿Cuáles son tus poderes? —preguntó Edlyn con curiosidad.—Oh, bueno, ya sabes; como toda Aysun, la luna es mi aliada, y de noche, todas mis facultades están desarrolladas al máximo. Puedo ver perfectamente en la oscuridad y cosas así. Además, la luz de la luna ejerce un poder protector sobre mí, especialmente cuando hay luna llena. También puedo controlar las mareas, pero no puedo hacer muchas cosas más —les contó modestamente—. Tengo poderes sanadores, aunque me debilito mucho cuando los uso. Resulta bastante frustrante. Ah, y al besar a alguien, soy capaz de vislumbrar su pasado —añadió como si nada.—¿Cómo dices? —se sorprendieron los otros dos.—Lo descubrí de pequeña, cuando besé sin querer a un pez globo.—¿Cómo se besa sin querer a un pez globo? —inquirió Mako.—Eso no es relevante, Mako —lo reprendió Edlyn—. Lo importante es: ¿cómo logras ver el pasado de los demás?Diana dudó un momento antes de contestar. Era muy complicado intentar describirles algo que le sucedía repentinamente, de manera fulminante y sin que ella hiciera nada en especial para que pasara. Trató de que la comprendieran eligiendo con cuidado las palabras:—Es como si con el roce de los labios se produjera un flujo de información… Las imágenes llegan a mi cerebro, algunas muy nítidas y otras más borrosas; resulta muy aleatorio. En el caso del pez globo pude ver dónde había nacido y por qué zonas había nadado el día anterior. —¿Todas las sirenas Aysun tienen este poder? —preguntó Edlyn.—La verdad es que no lo sé. En la laguna ahora mismo no existe ninguna otra Hija de la Luna a la que se le pueda preguntar. Mi guardián me entrenaba muy duro para que desarrollara mis poderes, pero no me habló de este en concreto, y lo cierto es que nunca se lo he contado… No me apetecía ser su conejillo de Indias y que me hiciera besar a todo el mundo para ver lo que ocurría. Es algo muy íntimo, ¿saben? No se lo había contado a nadie hasta ahora.Los otros dos fueron conscientes en ese preciso instante de lo mucho que Diana se estaba abriendo a ellos, y le prometieron que le guardarían el secreto. Comenzaban a entender lo difícil que seguramente era para Diana ser una Aysun: todo lo que se esperaba de ella era abrumador.—¿Dijiste que un guardián te entrenaba? —se extrañó Mako.—Ah, sí, las sirenas Aysun no vamos a la escuela, sino que un guardián nos entrena y nos forma de manera particular, porque consideran que tenemos necesidades especiales y que no podemos malgastar el tiempo estudiando con los demás —suspiró Diana con resignación—. Así que, tal como manda la tradición, me criaron al margen del resto de seres acuáticos, y un guardián se ocupó de mi educación y de mi entrenamiento mágico. La verdad es que Aron es como un padre para mí —les explicó—, pero su sobreprotección solo ha hecho que me sienta más sola, porque no me permitía acercarme a la zona habitada por las sirenas por precaución —suspiró apenada—. Fragmento del libro “Strawberry moon. La hija de la luna” © 2020, de Laia López. Editorial Destino. Cortesía otorgada bajo el permiso de Grupo Planeta México.Diana es una sirena hija de la Luna que al cumplir la mayoría de edad decide salir a la superficie para vivir como los humanos. En el campus universitario coincide con Edlyn, Mako, Isla y Lucas, otros seres como ella. Bajo las aguas de la laguna Diana siempre había estado sola, pero ahora tiene grandes amigos con los que compartir su día a día. Además, está Eiden, ese humano tan simpático al que tiene ganas de conocer más... Sin embargo, su amistad con él podría hacer peligrar la vida de todas las sirenas y tritones del planeta.