A los 47 años, Margo Glantz Shapiro entró a la literatura con el pie izquierdo; ninguna editorial quiso publicar su primera novela: “Las mil y una calorías”, novela dietética porque su apuesta era por una narrativa fragmentaria. Hoy, a sus 90 años (celebrados el pasado martes), la narradora, ensayista, crítica literaria y académica es una de las voces contemporáneas más transgresoras y radicales de la literatura hispanoamericana.Sin embargo, la etiqueta de transgresora no le inquieta, prefiere decir que ha sido coherente, “mantuve esa escritura porque pensé que era la única forma en que yo podía expresarme y no hice concesiones, traté de mantenerme coherente”, afirma la autora de “El rastro “ y “Saña”, quien es integrante de la Academia Mexicana de la Lengua, profesora emérita de la UNAM, Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances y consejera del Centro de Estudios de Historia de México Carso.“Siempre trabajé el fragmento y ese fue uno de los problemas fundamentales para no publicar ficción hasta los 47 años, otro problema era que la mezcla de géneros no era canónica, no contaba yo historias de una manera organizada según el canon, y por eso también era difícil que llegaran y me publicaran. Ahora está siendo absolutamente normal que suceda eso, pero yo me adelanté en México, claro que ha habido otras personas que lo han hecho, no me siento heroína; el propio Arreola, Alfonso Reyes, Julio Torri, gente que es muy importante, yo me inserto en esa genealogía”.-Los 90 años, ¿han abierto un paréntesis a su rutina de vida?-Son 90 años, no quiero homenajes, me abruman; sin embargo, acabo teniendo homenajes, me han pedido en muchas partes hacerme homenajes, siento que me he convertido en una joya arqueológica y no me interesa; en ese sentido, con toda proporción guardada admiro enormemente a Toledo, que no acepta calles y homenajes, yo sí acepté algunos pero siento que ya empecé a ser una joya arqueológica.-¿Ha hecho el balance de sus 90 años?-He hecho muchísimas cosas, he sido muy fecunda tanto en la vida académica como en la vida periodística y en la difusión cultural, como en la creación, además he viajado mucho, tengo afortunadamente amigos maravillosos, gente que ha venido especialmente a México para celebrar mi cumpleaños, gente que no ha podido venir pero que está conmigo todo el tiempo a través de Facebook y WhatsApp, tengo amigos en Alemania, Colombia, Argentina, Perú, España e Inglaterra y los frecuento mucho. Me encanta viajar por viajar porque me renueva y porque además tengo la ocasión de ver a gente a la que estimo enormemente. Eso sí me vivifica mucho.-¿Qué le falta por hacer?-Viajar mucho. Quisiera ir a Vietnam, a Corea, a Islandia, a Paraguay, me gustaría volver a ver a mis amigos, hacer nuevos amigos, más jóvenes; mi más joven amiga, Ana Negri, prepara un libro de ensayos que va a salir en agosto, organizó mis ensayos de una manera muy nueva y fascinante. Otra gente que me parece fascinante es Jazmina Barrera que tiene 30 años, y Gabriela Jáuregui que me ha leído con una inteligencia y una claridad que me emociona profundamente.-¿Libros por terminar?-Hay un libro muy largo que iba a parecer en Sexto Piso, con mis editores decidimos que era fallido todavía, que tenía que replantearlo, reescribirlo y hacerlo más ligero, tenía como mil páginas; ahora que tenga un poco más de cabeza, me voy a poner a trabajarlo.