Después de todo, gobernar es eso: tomar medidas a favor del bien común, por parte de la autoridad legítimamente constituida…, fastídiese quien se fastidiare.-II-La “tarjeta amarilla” del gobernador Enrique Alfaro, ayer, a propietarios y responsables (¿o sería más adecuado decir “a propietarios irresponsables”…?) de antros y similares, en el sentido de que sus negocios podrían ser sancionados con “clausuras definitivas” si no aplican al pie de la letra las disposiciones de las autoridades sanitarias al efecto de reducir los contagios de COVID-19, es una resolución drástica, quizá... pero sensata.Sería lamentable que, dentro de unos días, la autoridad procediera a sacar la “tarjeta roja” -es decir, a hacer efectiva la advertencia emitida ayer-, si hubiera casos de desobediencia o rebeldía. Pero más lamentable aún sería actuar con tibieza; que la sanción pudiera conmutarse mediante una multa meramente simbólica, o evadirse por obra y gracia de la mexicanísima “mordida”. Y más lamentable todavía, que la energía no fuera la tónica de las disposiciones gubernamentales; que continuara el desgarriate que cualquiera puede observar en los centros de reunión en que se han relajado las normas profilácticas; que el uso “obligatorio” del cubrebocas, la toma de temperatura a los clientes, la reducción de los aforos, el respeto de la “sana distancia”, el uso de sanitizantes, etc., quedara en plan de letra muerta.-III-Hasta donde puede percibirse, la “mesa de salud” instalada por el Gobierno del Estado, ha hecho las cosas, en general, bien y a conciencia. Jalisco fue uno de los primeros estados en aplicar medidas de contención -cierre de escuelas, suspensión de espectáculos y eventos de concurrencia masiva, etc.- al inicio de la pandemia. Jalisco implementó un “modelo” -una logística o como quiera denominarse- de vacunación, que por su agilidad y eficacia ha merecido el reconocimiento de los muchos miles de personas que ya se han beneficiado con él; dicho “modelo”, incluso, ha sido imitado exitosamente por los gobiernos de otras entidades.Si apretar las clavijas, desde el primer momento, dio resultados, cabe suponer que hacerlo nuevamente, a la vista de que los contagios aumentaron de manera alarmante conforme las normas se relajaron, es lo pertinente. Es lo que corresponde a un Gobierno responsable, dispuesto a llevar hasta sus últimas consecuencias la tarea de velar por el bien común.Días vendrán en que aun los díscolos que en un primer momento respingan y se incomodan por esas medidas, tildándolas de excesivas, desmesuradas o autoritarias, terminarán por agradecerlas.jagelias@gmail.com