Participar en una discusión y aun organizar, en toda forma, un “foro multidisciplinario” como los que con cualquier pretexto se realizan, para debatir acerca de lo que se hizo o hubiera podido hacerse en días pasados en La Huacana -que así, dicho sea de paso, consiguió darse de alta en el mapa-mundi de la información-, es (o sería) relativamente fácil. Decidir, en el momento, qué era lo más pertinente, y establecer, de cara al futuro, qué actitud debe asumirse en esos casos, considerando que muy probablemente habrá más episodios similares, es lo difícil.-II-Los hechos son de sobra conocidos: el domingo, elementos del Ejército realizaron un operativo “contra el crimen organizado” en esa población de la Tierra Caliente de Michoacán. Dos personas -un niño entre ellas- resultaron heridas. Los pobladores -mujeres y niños principalmente- se enfrentaron, detuvieron y desarmaron a once soldados, a los que sólo liberaron cuando éstos, por órdenes superiores, asumieron una actitud pasiva y les regresaron armas de grueso calibre con las que fueron atacados y que, por lo mismo, les habían decomisado minutos antes.El Presidente López Obrador, en la “Mañanera” del día siguiente, encomió “la valentía” de los soldados. Dijo valentía como pudo haber dicho prudencia. Preferible que en el recuento de daños de un enfrentamiento de la tropa con la población civil haya gritos destemplados, ofensas y algún puñetazo -de los civiles a los militares- sin mayores consecuencias, a que haya víctimas en toda forma.-III-Ahora bien: por una parte, los (“y las”, diría Vicente Fox) civiles que detuvieron a los militares, incurrieron en delitos: privación ilegal de la libertad, resistencia de particulares y posesión de armas de uso exclusivo del Ejército, entre otros. Por otra, su actitud en episodios como la crisis del huachicol en el estado de Puebla, en enero, o los bloqueos de las vías férreas, en Michoacán, por parte de “trabajadores de la educación”, unos días después, denotan el “modus operandi” que ahora se replicó en La Huacana: la estrategia de particulares que deciden actuar al margen o en contra de la ley, de enviar a mujeres y niños por delante, a manera de escudos humanos.¿Cómo seguir ensalzando sistemáticamente al “pueblo bueno y sabio”, aun cuando incurre en actitudes delincuenciales, sin reparar en que esa actitud sólo abona el terreno a favor del delito…?Por eso, precisamente por eso, cabe la conclusión de que cualquiera puede criticar… pero no cualquiera puede gobernar.