Lo que en muchos es miedo, en otros ya es terror…Explicaban los entendidos, en los primeros días de la actual contingencia sanitaria, que había que distinguir el miedo del pánico. El primero, decían, es sano; es la conciencia de un peligro, una amenaza o un riesgo real. El segundo es insano; es una sensación de angustia que inhibe la capacidad de análisis y de respuesta de las personas, a partir de un elemento inexistente, creado o alimentado por la fantasía. Ejemplo de uno, el famoso miedo de los toreros; del otro, el temor a la oscuridad… o a los panteones.-II-Las tres semanas transcurridas desde que, en México, el coronavirus alteró nuestras vidas y modificó nuestras rutinas, fueron suficientes para que se manifestara otra modalidad de ese sentimiento inicial de respeto extremo a un elemento que, en efecto, nos amenaza y ante el que nos reconocemos frágiles, aunque no impotentes e indefensos en absoluto; el común de la gente, de hecho, ha actuado en concordancia con ese miedo…La otra modalidad es el terror. El terror, el miedo en grado superlativo, explica, aunque no justifica, reacciones como las que han documentado los medios, y que resultarían absolutamente condenables… si no fueran, en el fondo, comprensibles.Verbigracia, las actitudes discriminatorias, ofensivas o agresivas de algunas personas o algunos grupos hacia el personal de salud que hace o intenta hacer uso del transporte público, por el temor de que pueda propalar el contagio del virus que nos aterra; las agresiones de que médicos y enfermeras han sido objeto por parte de las personas que acuden a los hospitales en demanda de atención, o acompañando a algún familiar que ha presentado síntomas asociados con el coronavirus; las manifestaciones de médicos y enfermeras por la insuficiencia de equipos y falta de protocolos para el manejo de la epidemia en curso en hospitales públicos; las protestas de familiares de internos en algunas prisiones -la de Cuautitlán, el martes, concretamente- por la sospecha de que las medidas que las autoridades han dispuesto para el traslado de algunos reos, obedezca a una crisis sanitaria que ya se hubiera salido de control: un temor alimentado, además, por el secreto a voces de que, al estar sobrepobladas, en la mayoría de las cárceles mexicanas la traída y llevada “sana distancia” es una quimera…-III-Es inevitable recordar una frase del Ulises, de Joyce: “La historia es una pesadilla de la que estoy tratando de despertar”.
