Coda, en el lenguaje musical, es la adición al período final de una composición... Como quien dice, la rúbrica. O si se prefiere, la cereza en el helado.En la comedia de enredos desatada a raíz del escandaloso 8-2 adverso del Barcelona ante el Bayern Munich en la Semifinal de la reciente Champions League con respecto al futuro de la sociedad Barsa-Messi -una sociedad que entró en crisis tras funcionar espléndidamente durante veinte años-, hay indicios de que la coda -permítase la expresión- pudiera prolongarse todavía hasta mediados del año próximo.Es decir que aunque el propio Leo enviara a los dirigentes del club y al mundo el mensaje de que sus días como jugador emblema del Barcelona habían terminado, y aunque su entorno se hubiera hecho eco de tal mensaje, es probable que el futbolista tenga que cumplir (a regañadientes, porque legalmente no tiene opción) el contrato firmado hasta la próxima temporada.*Las dos semanas transcurridas desde “La Noche Triste” del Barça, sirvieron para que los románticos del futbol, entre suspiros, aventuraran su particular hipótesis sobre el desenlace ideal del sainete: que Leo recapacitara; que antepusiera el sentimiento de gratitud (de los románticos del futbol, quede claro) por lo que el club le permitió crecer como deportista y lucrar como profesional del deporte más popular en el planeta, a su frustración por un fracaso que fue interpretado por la generalidad de los analistas como prueba indubitable de que la “era” del Barcelona como uno de los mejores del mundo, ya era historia antigua.En suma, que Messi cumpliera su contrato, como profesional, como hombre bien nacido..., y que después hiciera de su carrera y de su vida un papalote.*Los pragmáticos, encabezados por su padre, apoderado y consejero, ya entendieron, al parecer, que ni el Barcelona tenderá el tapete y pondrá floreros y candelabros a los lados para enmarcar la fuga de su jugador emblema, ni ésta sería semejante al fin de una historia de amor a causa de la muerte de uno de los amantes... ni llegarían las hordas de posibles oferentes a pujar, con 700 millones de dólares en la mano cada cual, en la subasta abierta por los servicios de un jugador que está en la antesala del final de su carrera.Para urdir el siguiente acto del sainete, hay tiempo. De aquí a junio de 2021, para ser exactos.