En estos días de cuarentena Twitter casi siempre nos sorprende con tendencias para bien y para mal. En esta ocasión fue para bien. Un buen amigo, el director de Autología, Héctor Ocampo, me puso en un listado a modo de “challenge” para poner mis 6 autos y 6 amigos en esa red social, para que éstos a su vez hicieran lo mismo. Yo seguí la corriente pues en estos momentos de ocio viene bien recordar los autos que me han hecho sentir y sonreír, pero sobre todo que gracias a ellos está uno aquí.En primer lugar, puse un Porsche Boxster. Una máquina que sin duda fue hecha para mí, pero mi bolsillo no fue hecho para ella. Con uno de esos ejemplares llegué a ganar el Porsche World RoadShow por allá en el 2013, en la prueba del slalom. Y es que no basta con patinar llanta y azotar el coche en cada giro, hay que tratarlo con la delicadeza y luego con la contundencia que merece y exige un Porsche.El segundo lugar de mis preferidos de siempre: Audi R8 V10. He tenido la oportunidad de sentir la contundencia de este deportivo de gran calado en la recta del ¼ de milla del Autódromo Guadalajara, mismo territorio en el que puse las manos sobre un Nissan GT-R (en tercer lugar entre mis favoritos), también en el lejano 2012, cuando ni siquiera se consideraba vender ese auto en México. Llegué a manejarlo por muchísima fortuna.En el cuarto puesto puse al Mustang Shelby GT500; prácticamente cualquiera de los que he podido manejar me gusta. La fuerza para imprimir el pie sobre el embrague hace que la escaladora de cualquier gimnasio sea juego de niños en cada repetición. Sin embargo, la aceleración es brutal sobre todo cuando el arranque es lineal. Hoy en día se puede jugar con él en las curvas, pero no hay nada como el sabor del manejo de “antaño”.El quinto puesto lo puse para el Dodge Viper, un ejemplar que pude manejar allá por diciembre de 2014, tal vez en mi última visita al Autódromo Guadalajara, templo al cual quiero regresar pronto. El auto era tan bajito, que llegó en plataforma, y lo poco que lo pude manejar en ciudad fue evitando topes y ni qué decir de los baches. Sin embargo, en él experimenté el empuje de los 10 cilindros y 640 caballos de potencia que comprimen la espalda contra el asiento por el motor que cinco segundos más tarde me hacía rebasar la primera centena de kilómetros por hora. Este auto era significativo para mí, pues representaba el mito urbano que decía que era imposible de controlar y que era una bestia indomable. Lo pude controlar y me puso a sudar las manos, por lo que personalmente fue un reto superado.Por último, la razón de esta columna viene del Mazda MX-5. Sí, en sexto lugar de mis favoritos y que he manejado alguna vez en la vida, es el MX-5, repito. Al buen “primo”, como conocemos a Héctor, le sorprendió verlo en mi lista. Quizá a tono de burla, quizá como buen conocedor de autos que es y estará de acuerdo conmigo que no podía dejarlo yo fuera a ese auto, porque me estaría contradiciendo si digo que me encantan los autos -y eso incluye autos que muchas veces son divertidos gustos culposos-.Por eso, poner a un Mazda MX-5 como uno de mis favoritos, aunque sea en el sexto sitio de una lista de Twitter emanada de la nada, me hizo volver a sonreír, a recordar cómo ese auto tan bajito, juguetón como una tabla con ruedas pero bien equilibrado en manejo y potencia, me hacía considerarlo.Así que ya lo saben, la próxima vez que pregunten: “¿cuál ha sido el coche más padre que te ha tocado manejar?”, aquí tienen mi lista. Mejor ahora echen un ojo a sus favoritos, puede que les sea difícil de elegir los 6 autos… o a los 6 amigos.mario.castillo@informador.com.mx / @MarioCastilloMX