Jueves, 23 de Octubre 2025

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Alfaro: los límites del estilo tlajomulca

Por: Diego Petersen

Alfaro: los límites del estilo tlajomulca

Alfaro: los límites del estilo tlajomulca

La manifestación por el alza del transporte, pero sobre todo la respuesta del Gobierno del Estado; la ausencia de Tlaquepaque en la firma de la policía metropolitana; la forma de procesar políticamente el tema de la presa del Zapotillo acusa un desgaste, pero sobre todo, una pérdida de brújula del Gobierno alfarista.

¿Perdió Alfaro su toque mágico? ¿Llegó a su límite el modelo tlajomulca de gobernar? Un poco de las dos. Alfaro dejó de ser el político rockstar al que nos tenía, pero sobre todo al que él se había acostumbrado: bastaba un tuit del líder opositor para incendiar las redes y poner al Gobierno contra las cuerdas. Su tono duro, implacable, sin concesiones para sus adversarios le ganó a Alfaro fama local y nacional de un político frontal, sin dobleces. Pero eso que como opositor es una virtud como gobernante se revierte: lo frontal parece ahora displicencia y lo implacable se funde en la obstinación y la sordera política.

El modelo tlajomulca de gobernar, ese que llenos de soberbia algunos colaboradores de Alfaro decían que era mejor que el de Bogotá o Medellín, encontró muy rápido sus límites. Un grupo de jóvenes trabajadores y bien preparados le dio la vuelta en materia de gestión pública a un municipio de medio millón de habitantes. Esos mismos acusaron terribles fallas de operación cuando se trató de gobernar la capital: Guadalajara le quedó grande al modelo de los cuatro fantásticos, particularmente en materia de seguridad y eficiencia administrativa, pero se notó poco porque la campaña estaba encima y el viento soplaba a favor. Ya en el Gobierno del Estado, con una administración mucho más compleja y viento en contra el modelo acusa inoperancia por todos lados.

La política está haciendo agua. A pesar de tener un secretario de Gobierno de gran experiencia y capacidad política como Enrique Ibarra

La política está haciendo agua. A pesar de tener un secretario de Gobierno de gran experiencia y capacidad política como Enrique Ibarra, las cosas no funcionan y una de las razones es la confusión de roles en el Gobierno. Alfaro es un gobernador que sabe y le gusta hacer política, pero eso genera chispas innecesarias. Pero además del propio gobernador hay otras dos personas que hacen política por fuera de la Secretaría de Gobierno: el coordinador de gabinete, Hugo Luna, y el alcalde de Guadalajara, Ismael del Toro al que el gobernador le sigue encargando algunas tareas (entre ellas la policía metropolitana). Era obvio que habría reacciones por el alza de tarifa al transporte y, sin embargo, actuaron como si los hubiese tomado por sorpresa.

La comunicación, que solía ser el área de presumir de los Alfaro boys hoy hace agua. El manejo de redes ya no es suficiente y los hipermodernos jóvenes operadores no han encontrado mejor esquema que regresar al manejo corporativo de mediados del siglo pasado: los desplegados de apoyo al gobernador para la construcción de la presa de El Zapotillo son el ejemplo más acabado de la pérdida de la brújula.

El estilo tlajomulca de gobernar parece haber encontrado sus límites. Los buenos políticos son los que logran entender sus errores y convertirlos en virtudes; ese es hoy el gran reto de Alfaro.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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