Escucho a menudo este argumento: matan más hombres que mujeres, ¿ellas valen más? Volveré al punto más adelante. De 2015 a 2018, en el sexenio pasado, abandonaron 418 cadáveres de mujeres en la vía pública. La mayoría en Lagos de Moreno, Ocotlán, Atotonilco y Tepatitlán. En el sexenio de Enrique Alfaro, de 2019 a agosto de este año -cuatro años y ocho meses- abandonaron en la calle 189 cuerpos de mujeres. Este descenso no es un atenuante. En este sexenio lanzan el cuerpo sin vida de una mujer a la calle cada nueve días en promedio. Que hayamos estado peor no significa que estemos mejor. Hay algo más preocupante. Se mantiene una elevada incidencia en la Zona Altos Norte: Lagos de Moreno, Encarnación de Díaz, San Juan de Los Lagos, Ojuelos, Jalostotitlán. Esas demarcaciones, envueltas en una disputa territorial entre cárteles y frontera con Guanajuato, son zonas de exterminio feminicida. La Zona Altos Sur también muestra una prevalencia elevada, sobre todo Tepatitlán. En el histórico, uno de cada cuatro cuerpos de mujer fue abandonado en esas dos regiones. Gracias a la base de datos que me entregó la Fiscalía del Estado de Jalisco vía transparencia es posible identificar otro patrón. El abandono de cuerpos migró a la zona metropolitana de Guadalajara. Entre 2015 y 2018 abandonaron 41 cuerpos de mujeres en la metrópoli. En esta administración suman 82; poco más de la mitad en Tlajomulco.Tras mi columna de ayer: “Abandonan 607 cuerpos de mujeres en la vía pública”, un conocido me increpó: “¿Sabemos la cifra de hombres? ¿Por qué naturalizamos nuestra desechabilidad?”. Mientras los criminales desaparecen el cuerpo de un varón, cuando se trata de una mujer parece que persiguen lo contrario: exhibirlo a la mirada pública. Mientras un desaparecido es una incógnita, el cadáver de una mujer es un acto comunicativo. La antropóloga Rita Segato afirma que la violencia sexual es el medio por el cual se expresan estos crímenes, pero su fin último es ratificar el poder y control del territorio por parte de los cárteles en donde la mujer sólo es una extensión simbólica de ese territorio: “De esta manera el poder se expresa, exhibe y se consolidad ante la mirada pública”. Esto de ninguna manera indica que vale menos un varón asesinado, pero sí crea una diferencia: mientras la mujer es asesinada y desechada como un trofeo de guerra, el varón es desaparecido y fragmentado. En ambos casos la rapiña del cuerpo es el terreno simbólico para instaurar la hegemonía de una corporación criminal. Por otro lado, ¿cuántas mujeres abandonan cadáveres de hombres en la vía pública? Siempre son hombres quienes martirizan y desechan cadáveres de mujeres y de otros hombres. Significa que matan a la mujer por su condición de mujer y al hombre lo matan como enemigo o soldado de una guerra informal. El primero es un crimen expresivo y el segundo es instrumental para doblegar al enemigo o someterlo a la servidumbre del sicariato. Esa es la diferencia. jonathan.lomeli@informador.com.mx