Ha comenzado la época del año que más me gusta o como dice la canción que popularizó Andy Williams en los 60’s, “it’s the most wonderful time of the year” —es la época más maravillosa del año—. Además del clima, que debo confesar que soy de las personas a las que les gusta más el frío que el calor, me gusta especialmente esta época porque las personas sonríen con mayor facilidad y algo sucede que solemos ser más generosos que el resto del año.No voy a negar que conozco personas que son generosas los 365 días del año y apoyan permanente a distintas organizaciones a lo largo del año, también conozco a muchas otras que, en los días previos a la Navidad, vuelcan todas sus energías y una importante parte de su presupuesto a ayudar.No pretendo con estas líneas criticar o desanimar la labor que realizan, sólo busco que tú y yo querido lector, reflexionemos en qué hacemos a lo largo del año para apoyar a quienes tienen condiciones menos favorecidas que las nuestras. El Papa León XIV, recientemente en la Exhortación Apostólica Dilexit te —Te he amado— nos recuerda la importancia de sentir como propias a las personas que por distintas circunstancias no han tenido la fortuna de tener las oportunidades que tú y yo hemos tenido; y al hacernos responsables de ellas debemos buscar que también tengan esas oportunidades.En esta época del año, nos viene bien reflexionar y decidir cada uno de nosotros a qué personas queremos adoptar con nuestro tiempo y ¿por qué no? Con nuestro dinero, a lo largo de todo el año. Todos somos miembros de esta sociedad y necesitamos trabajar de manera conjunta por el Bien Común, el cual es uno de los elementos del Estado, pertenecemos al país al que pertenecemos porque buscamos ese bien para todos.Ya hemos hablado tú y yo, querido lector, de los problemas que aquejan a nuestro querido México, pero tengamos las posibilidades económicas que tengamos, siempre habrá alguien que necesite de nosotros y de lo que se trata es de que nos comprometamos con esa causa. Si todos los ciudadanos nos ayudamos los unos, la comunidad en la que vivimos será cada vez mejor, habrá mejores condiciones laborables para todos, y todos tendrán lo necesario para vivir.Al hablar de lo necesario para vivir, no me refiero sólo a comida y bebida, sino, en primer lugar, a un trabajo digno, por el que se pague un sueldo justo, y que se cuente con tiempo para el ocio, decían los antiguos pensadores griegos, y para el esparcimiento.