Cultura
Beatriz Rivas explora la identidad
La escritora niega que 'todas mis vidas posibles' sea una novela autobiográfica
CIUDAD DE MÉXICO.-La indagatoria por la que la escritora Beatriz Rivas (México, 1965) comenzó su novela Todas las vidas posibles fue más filosófica: “desde niña quería vivir otras vidas que no podía”; su arribo a la historia fue más sencillo, un día navegando en Internet y buscando qué decían de ella y su novela anterior Viento amargo, encontró decenas de entradas de mujeres con su nombre, pero que no eran ella, sino cantantes, deportistas, vendedoras ambulantes, migrantes, contadoras, mujeres asesinas o presas.
Ahí arrancó la historia de todas las Beatrices que podían ser ella. Mujeres plagiadas, reales, ficticias, inventadas y robadas. “Es impresionante ver tu nombre en una nota que dice: ‘Beatriz Rivas, asesinada de 11 puñaladas’. Decidí entrarle al juego: una novela con distintos personajes con el mismo nombre”.
Algunas historias de sus Beatrices son completamente ficticias, otras están basadas en personas cuyas historias nutren la Internet e incluso tomó dos de literatura: la Beatriz de Dante Allighieri en La divina comedia y la Beatriz de Carlos Ruiz Zafón en La sombra del viento.
La autora de La hora sin diosas y Viento amargo afirma que en la novela ella es todas y ninguna. “A nivel anécdota, ninguna es mi historia, pero estoy en cada una de las Beatrices de distintas maneras: en su forma de pensar, sus inquietudes, sus miedos, en las preguntas que se plantean. Tal vez la que más se parece a mí es la nueve”, la que emprende un monólogo interior.
Sin embargo, Rivas niega que Todas mis vidas posibles ( Alfaguara, 2009) sea una novela autobiográfica, asegura que es sólo un guiño, un juego.
“Ni siquiera la Beatriz Uno, la novelista que recibe la carta, es totalmente yo”, asegura. Pero sí hay verdades ocultas en la ficción; por ejemplo, que la novela encontró el hilo que enlaza las historias de las nueve Beatrices, en la carta que la narradora recibió de un preso instalado en el Pabellón de la Muerte en el correccional de Florida.
Esa carta, afirma, es real, “está en mi página: www.beatrizrivas.com, es impresionante”.
Y es que enlazar las nueve historias protagonizadas por una novelista, una manicurista, la vendedora de fármacos o la joven asesinada, fue muy complicado. “Primero escribí sobre las nueve Beatrices, cuando terminé las historias, me di cuenta que no era una novela, sino cuentos separados cuyo único punto en común era el nombre de la protagonista. Unos meses después, al recibir la carta del preso, decidí que convertiría esa historia en el hilo conductor de la novela y, entonces, comencé a tejer las distintas tramas: guiños de una Beatriz a otra, hasta que logré que todas ellas estuvieran unidas”, afirma.
Su novela, más allá de las vidas posibles, es una exploración sobre la naturaleza humana, pero visto desde los personajes femeninos, que seguirán presentes —asegura la escritora— en su literatura.
Aunque no las concibe como fundamentales, en las tres novelas que ha escrito abundan las mujeres. Si en La hora sin diosas está el relato de mujeres como Lou Andreas Salomé, escritora y psicoanalista discípula de Federico Nietzche y Sigmund Freud; Alma Malher, compositora y pianista, esposa del músico Gustav Malher y Annah Aredent, escritora, alumna y amante de Martín Heidegger, en Viento Amargo, el personaje principal es Napoleón Bonaparte, pero en su relación con una inglesita de 14 años.
“Más que un interés por hablar de la mujer, es hablar de situaciones que me inquietan. En esta última novela los personajes son mujeres porque yo soy mujer y la novela nació de la búsqueda de mi nombre en Internet. Lo interesante es que de 10 correos de lectores que recibo, siete son de hombres. Tengo un importante grupo de lectores hombres”, indica.
Ahí arrancó la historia de todas las Beatrices que podían ser ella. Mujeres plagiadas, reales, ficticias, inventadas y robadas. “Es impresionante ver tu nombre en una nota que dice: ‘Beatriz Rivas, asesinada de 11 puñaladas’. Decidí entrarle al juego: una novela con distintos personajes con el mismo nombre”.
Algunas historias de sus Beatrices son completamente ficticias, otras están basadas en personas cuyas historias nutren la Internet e incluso tomó dos de literatura: la Beatriz de Dante Allighieri en La divina comedia y la Beatriz de Carlos Ruiz Zafón en La sombra del viento.
La autora de La hora sin diosas y Viento amargo afirma que en la novela ella es todas y ninguna. “A nivel anécdota, ninguna es mi historia, pero estoy en cada una de las Beatrices de distintas maneras: en su forma de pensar, sus inquietudes, sus miedos, en las preguntas que se plantean. Tal vez la que más se parece a mí es la nueve”, la que emprende un monólogo interior.
Sin embargo, Rivas niega que Todas mis vidas posibles ( Alfaguara, 2009) sea una novela autobiográfica, asegura que es sólo un guiño, un juego.
“Ni siquiera la Beatriz Uno, la novelista que recibe la carta, es totalmente yo”, asegura. Pero sí hay verdades ocultas en la ficción; por ejemplo, que la novela encontró el hilo que enlaza las historias de las nueve Beatrices, en la carta que la narradora recibió de un preso instalado en el Pabellón de la Muerte en el correccional de Florida.
Esa carta, afirma, es real, “está en mi página: www.beatrizrivas.com, es impresionante”.
Y es que enlazar las nueve historias protagonizadas por una novelista, una manicurista, la vendedora de fármacos o la joven asesinada, fue muy complicado. “Primero escribí sobre las nueve Beatrices, cuando terminé las historias, me di cuenta que no era una novela, sino cuentos separados cuyo único punto en común era el nombre de la protagonista. Unos meses después, al recibir la carta del preso, decidí que convertiría esa historia en el hilo conductor de la novela y, entonces, comencé a tejer las distintas tramas: guiños de una Beatriz a otra, hasta que logré que todas ellas estuvieran unidas”, afirma.
Su novela, más allá de las vidas posibles, es una exploración sobre la naturaleza humana, pero visto desde los personajes femeninos, que seguirán presentes —asegura la escritora— en su literatura.
Aunque no las concibe como fundamentales, en las tres novelas que ha escrito abundan las mujeres. Si en La hora sin diosas está el relato de mujeres como Lou Andreas Salomé, escritora y psicoanalista discípula de Federico Nietzche y Sigmund Freud; Alma Malher, compositora y pianista, esposa del músico Gustav Malher y Annah Aredent, escritora, alumna y amante de Martín Heidegger, en Viento Amargo, el personaje principal es Napoleón Bonaparte, pero en su relación con una inglesita de 14 años.
“Más que un interés por hablar de la mujer, es hablar de situaciones que me inquietan. En esta última novela los personajes son mujeres porque yo soy mujer y la novela nació de la búsqueda de mi nombre en Internet. Lo interesante es que de 10 correos de lectores que recibo, siete son de hombres. Tengo un importante grupo de lectores hombres”, indica.