Cultura
Clement escribe pensando en Anton Chejov
A Jennifer Clement le interesa contar historias, pero su reto al escribirlas radica en cómo contarlas
CIUDAD DE MÉXICO.- A
Jennifer Clement le interesa contar historias, pero su reto al escribirlas radica en cómo contarlas. Su empeño está en la creación de sus protagonistas, pero aún más en los diálogos de los personajes de sus novelas. “Siempre estoy pensando en los grandes dramaturgos, pienso en Chéjov, no quiero que mis personajes en una novela tengan una conversación banal”, asegura.
La narradora y estadounidense autora de La viuda Basquiat y Una historia verdadera basada en mentiras, afirma que ese fue uno de los retos en su novela El veneno que fascina (Emecé), trabajar mucho los diálogos de sus personajes. “Los diálogos son extraños porque siempre estoy pensado en el teatro y cuando son banales son por una razón específica”.
En su historia que lleva casi como un subtítulo “Nunca te he mentido, pero tampoco te he contado toda la verdad...”, Jennifer Clement ha planteado un relato que habla de engaños y de pérdidas, que deambula entre el pasado y el presente y que desvela secretos dolorosos. Entre los diálogos y la historia de Emily, su protagonista, hay historias de crímenes perpetrados por mujeres.
“Otro reto en el libro era hacer una novela con una forma clásica, como una tragedia griega. Al principio está el anuncio de todo lo que va a pasar y al final de cada capítulo está el coro que están representados por todos los hechos que Emily va coleccionando, es una especie de coro griego que va acompañando a la protagonista en toda su experiencia”, señala la poeta que dirige la Semana de Poesía en San Miguel de Allende.
Para crear ese coro, Jennifer Clement hizo mucha investigación, indagó en las vidas criminales de mujeres asesinas, se instruyó en algunos asuntos legales, revisó las leyes e incluso recopiló y reprodujo literalmente muchos de los testimonios que esas mujeres asesinas declararon ante el juez y que en muchas ocasiones son divertidos, algunos otros tristes y muchos más muy locos.
La documentación
Contrario a su protagonista, quien colecciona historias extraordinarias, especialmente de mujeres asesinas, Clement no colecciona nada, ella investiga, documenta, indaga cada dato que quiere llevar a su novela. Le interesa dar la ficha técnica o la fuente, no le parece una cosa menor y por el contrario, esos datos siempre enriquecen su relato.
“Me encanta el vocabulario de la cita, es como esa cosa fría, muy técnica, muy científica. Me fascina introducirlo en un texto, es tan fría la información que casi en mi mente lo pienso como un ejército; eso le imprime al texto una seriedad pero también como música verbal, no rechazo ese lenguaje técnico, es más, me encanta que diga el diccionario tal... nunca rompe con el ritmo de la historia”, dice.
Clement hace una escritura singular, sus obras se mueven entre la prosa y la poesía, no ve fronteras entre ambos lenguajes, halla complementos. Se rige por ciertas reglas: “La poesía la dejo en la poesía, pero lo que sí estoy haciendo muchísimo es meter la poesía dentro de la prosa”. Por ejemplo, el coro de Lucrecia Borgia, que cierra el capítulo 11 de la novela, titulado “La punta de flecha” está escrito en verso, en endecasílabos, pero no se nota porque lo escribió en prosa.
“Lo que estoy usando es un verso clásico que desaparece dentro de la prosa y que no es obvio visualmente; hasta la fecha he sentido que la crítica lo ha comprendido y lo ha visto funcionando. A mi sí me interesa, me gusta esta combinación de contar una historia y hacerlo desde el lenguaje que es muy importante”, apunta Clement.
Su estilo
Su narrativa también se distingue de otras porque mezcla ficción y realidad, piensa que al combinarlas le da una dimensión más real a la novela porque no solamente es algo interesante que está sucediendo en la imaginación del lector, también responde a que está basado en cosas reales. “Por ejemplo siempre pienso en los dibujos de Picasso, le encantaba enseñar cómo podías ir desde la realidad hasta la abstracción total jugando con el dibujo. Yo en las palabras y en mis libros también me interesa ir de la realidad hasta una abstracción imaginaria”.
Hay otro rasgo que distingue las obras de esta autora. Jennifer Clement escribe casi todo en inglés -su lengua materna- incluso la poesía; eso la lleva a publicar primero en Inglaterra y luego en España y México. Eso ocurrió con El veneno que fascina, novela que se publicará en breve en Italia, China y Taiwan.
Su apuesta literaria va más allá, actualmente trabaja en una serie de textos híbridos que caminan entre la memoria y el periodismo. Pero no sólo eso, escribe una nueva novela en la que regresará a Nueva York, al mundo de La viuda Basquiat, la protagonista de su primera novela con la que conquistó a los lectores en 2000.
La narradora y estadounidense autora de La viuda Basquiat y Una historia verdadera basada en mentiras, afirma que ese fue uno de los retos en su novela El veneno que fascina (Emecé), trabajar mucho los diálogos de sus personajes. “Los diálogos son extraños porque siempre estoy pensado en el teatro y cuando son banales son por una razón específica”.
En su historia que lleva casi como un subtítulo “Nunca te he mentido, pero tampoco te he contado toda la verdad...”, Jennifer Clement ha planteado un relato que habla de engaños y de pérdidas, que deambula entre el pasado y el presente y que desvela secretos dolorosos. Entre los diálogos y la historia de Emily, su protagonista, hay historias de crímenes perpetrados por mujeres.
“Otro reto en el libro era hacer una novela con una forma clásica, como una tragedia griega. Al principio está el anuncio de todo lo que va a pasar y al final de cada capítulo está el coro que están representados por todos los hechos que Emily va coleccionando, es una especie de coro griego que va acompañando a la protagonista en toda su experiencia”, señala la poeta que dirige la Semana de Poesía en San Miguel de Allende.
Para crear ese coro, Jennifer Clement hizo mucha investigación, indagó en las vidas criminales de mujeres asesinas, se instruyó en algunos asuntos legales, revisó las leyes e incluso recopiló y reprodujo literalmente muchos de los testimonios que esas mujeres asesinas declararon ante el juez y que en muchas ocasiones son divertidos, algunos otros tristes y muchos más muy locos.
La documentación
Contrario a su protagonista, quien colecciona historias extraordinarias, especialmente de mujeres asesinas, Clement no colecciona nada, ella investiga, documenta, indaga cada dato que quiere llevar a su novela. Le interesa dar la ficha técnica o la fuente, no le parece una cosa menor y por el contrario, esos datos siempre enriquecen su relato.
“Me encanta el vocabulario de la cita, es como esa cosa fría, muy técnica, muy científica. Me fascina introducirlo en un texto, es tan fría la información que casi en mi mente lo pienso como un ejército; eso le imprime al texto una seriedad pero también como música verbal, no rechazo ese lenguaje técnico, es más, me encanta que diga el diccionario tal... nunca rompe con el ritmo de la historia”, dice.
Clement hace una escritura singular, sus obras se mueven entre la prosa y la poesía, no ve fronteras entre ambos lenguajes, halla complementos. Se rige por ciertas reglas: “La poesía la dejo en la poesía, pero lo que sí estoy haciendo muchísimo es meter la poesía dentro de la prosa”. Por ejemplo, el coro de Lucrecia Borgia, que cierra el capítulo 11 de la novela, titulado “La punta de flecha” está escrito en verso, en endecasílabos, pero no se nota porque lo escribió en prosa.
“Lo que estoy usando es un verso clásico que desaparece dentro de la prosa y que no es obvio visualmente; hasta la fecha he sentido que la crítica lo ha comprendido y lo ha visto funcionando. A mi sí me interesa, me gusta esta combinación de contar una historia y hacerlo desde el lenguaje que es muy importante”, apunta Clement.
Su estilo
Su narrativa también se distingue de otras porque mezcla ficción y realidad, piensa que al combinarlas le da una dimensión más real a la novela porque no solamente es algo interesante que está sucediendo en la imaginación del lector, también responde a que está basado en cosas reales. “Por ejemplo siempre pienso en los dibujos de Picasso, le encantaba enseñar cómo podías ir desde la realidad hasta la abstracción total jugando con el dibujo. Yo en las palabras y en mis libros también me interesa ir de la realidad hasta una abstracción imaginaria”.
Hay otro rasgo que distingue las obras de esta autora. Jennifer Clement escribe casi todo en inglés -su lengua materna- incluso la poesía; eso la lleva a publicar primero en Inglaterra y luego en España y México. Eso ocurrió con El veneno que fascina, novela que se publicará en breve en Italia, China y Taiwan.
Su apuesta literaria va más allá, actualmente trabaja en una serie de textos híbridos que caminan entre la memoria y el periodismo. Pero no sólo eso, escribe una nueva novela en la que regresará a Nueva York, al mundo de La viuda Basquiat, la protagonista de su primera novela con la que conquistó a los lectores en 2000.