Cultura
Hilario Peña, en busca del personaje ordinario y las tramas sencillas
Con apenas tres títulos publicados, el autor sinaloense, se ha convertido en un referente de la narrativa del Norte de México
GUADALAJARA, JALISCO (20/DIC/2010).- Una trama sencilla, envolvente, con un estilo narrativo conciso, en el que el cinismo es un ingrediente indispensable, en El infierno puede esperar, el autor Hilario Peña vuelve a hacer de las suyas: “construir narraciones a partir de premisas sensacionalistas y que el lector se sienta identificado”.
Se trata de la tercera novela del escritor mexicano Hilario Peña (Sinaloa, 1979), quien sin pretensiones, se planteó romper con la “tradición” de los autores jóvenes que escriben historias protagonizadas por ellos y personajes con los que comparten traumas, miedos y fobias.
“Lo he hecho con mis tres novelas -Los días de Rubí Chacón (2006), Malasuerte en Tijuana (2009) y El infierno puede esperar (2010)- porque he querido romper de alguna manera con eso, al presentar a un personaje que fuera impactante, imponente, con sus propios miedos, inseguridad, virtudes y que de esa manera quedara en la mente del lector”, señala Peña.
Por lo mismo, descarta que las novelas que construye sean autobiográficas, porque no son protagonizadas por algunos de sus alter ego.
“No son nada autobiográficas ni nada anecdótico, en lo absoluto. Todo es inventado y la libertad es muy importante para mí a la hora de narrar historias, para que el lector no se sienta en la sala de su casa, sino que el libro lo saque al exterior y que cuando termine de leer no sienta que leyó una novela”, explica el autor que ahora vive en Tijuana.
En El infierno puede esperar, título publicado por Random House Mondadori, el protagonista esta vez es Silverio, un aburrido vendedor de accesorios para teléfonos celulares que decide abandonar todo por seguir a los testigos de Jehová, con quienes cree que podrá hacer algo de su vida completamente distinto y así ganarse el paraíso.
En una de sus salidas como explorador, conoce a Telma, la mujer de sus sueños y sus perdiciones, que lo llevará a embarcarse con el esposo de Telma, colector de mujeres para antros de perdición y desencanto en Tijuana e incluso del doble del Canelito, el narco más peligroso del Norte del país (que casualmente es el hijo de Malasuerte).
Es bajo el alias de Canelito que llega a Tijuana para “hacer las pases” con Malasuerte e incluso le apoya en un caso que le da fama mundial.
Aunque Hilario Peña escribe desde el Norte de México, donde se ha desarrollado la narcoliteratura, descarta pertenecer a ese movimiento, “porque lo que yo hago es muy distinto a lo de escritores que sí escriben del narcotráfico y la violencia. Tengo como regla no pertenecer a ningún movimiento y tampoco mezclarme en mis historias”.
Se trata de la tercera novela del escritor mexicano Hilario Peña (Sinaloa, 1979), quien sin pretensiones, se planteó romper con la “tradición” de los autores jóvenes que escriben historias protagonizadas por ellos y personajes con los que comparten traumas, miedos y fobias.
“Lo he hecho con mis tres novelas -Los días de Rubí Chacón (2006), Malasuerte en Tijuana (2009) y El infierno puede esperar (2010)- porque he querido romper de alguna manera con eso, al presentar a un personaje que fuera impactante, imponente, con sus propios miedos, inseguridad, virtudes y que de esa manera quedara en la mente del lector”, señala Peña.
Por lo mismo, descarta que las novelas que construye sean autobiográficas, porque no son protagonizadas por algunos de sus alter ego.
“No son nada autobiográficas ni nada anecdótico, en lo absoluto. Todo es inventado y la libertad es muy importante para mí a la hora de narrar historias, para que el lector no se sienta en la sala de su casa, sino que el libro lo saque al exterior y que cuando termine de leer no sienta que leyó una novela”, explica el autor que ahora vive en Tijuana.
En El infierno puede esperar, título publicado por Random House Mondadori, el protagonista esta vez es Silverio, un aburrido vendedor de accesorios para teléfonos celulares que decide abandonar todo por seguir a los testigos de Jehová, con quienes cree que podrá hacer algo de su vida completamente distinto y así ganarse el paraíso.
En una de sus salidas como explorador, conoce a Telma, la mujer de sus sueños y sus perdiciones, que lo llevará a embarcarse con el esposo de Telma, colector de mujeres para antros de perdición y desencanto en Tijuana e incluso del doble del Canelito, el narco más peligroso del Norte del país (que casualmente es el hijo de Malasuerte).
Es bajo el alias de Canelito que llega a Tijuana para “hacer las pases” con Malasuerte e incluso le apoya en un caso que le da fama mundial.
Aunque Hilario Peña escribe desde el Norte de México, donde se ha desarrollado la narcoliteratura, descarta pertenecer a ese movimiento, “porque lo que yo hago es muy distinto a lo de escritores que sí escriben del narcotráfico y la violencia. Tengo como regla no pertenecer a ningún movimiento y tampoco mezclarme en mis historias”.