Cultura
La humanización del genio
Christian Gálvez presenta a otro Leonardo da Vinci
GUADALAJARA, JALISCO (23/MAY/2015).- La primera novela del español Christian Gálvez, “Matar a Leonardo da Vinci” (SUMA de Letras/ Penguin Random House, 2015), circula ya en nuestro país pero también España, Chile, Argentina y Serbia, donde ha alcanzado su quinta edición en poco tiempo pues, concebida como un “thriller histórico”, surge como fruto de una prolongada investigación y una serie de viajes que realizó el autor a los escenarios más representativos en la vida del célebre florentino, lo que le hace decir que, quien lea esta narración, “cambiará la opinión que hasta ahora tiene de Da Vinci”.
La historia se sitúa en el siglo XV, cuando los estados italianos viven en constante conflicto y, en la Florencia de los Médicis, Leonardo es acusado anónimamente de sodomía, por lo que pasa dos meses bajo tortura e interrogatorio hasta que lo liberan por falta de pruebas; de esta forma, comienza a deshilvanarse una trama donde el arte y la venganza se tejen para “mostrar” a un personaje más cercano al “ser humano” que al “genio” que la tradición nos ha presentado.
Para Gálvez, su interés por Leonardo se da a partir de la oportunidad que tuvo de leer sus escritos “y descubrí que la imagen que veía era bastante diferente de la que me habían contado; me habían mostrado al genio universal, al prototipo del hombre del Renacimiento, pero cuando uno estudia su aspecto psicológico se da cuenta de que era ilegítimo, disléxico, bipolar y con déficit de atención, eso distaba del hombre exitoso y lo que descubrí es que estaba ante la historia de un gran fracasado, justo por estar adelantado a su tiempo. Pero a pesar de esos fracasos, nunca dejó de intentarlo”.
Con todo, la intención de relatar esta historia partió de “la necesidad de hacer justicia literaria, de alguna manera; creo que, a 500 años de distancia, se le ha puesto una pátina de genio cuando podíamos aprender mucho más del hombre. Él fracasó como artista en Roma, Venecia, Milán y Florencia, sólo triunfó en sus últimos años en Francia, en un país que no era el suyo; al final, en ese fracaso hubo aprendizaje y ese es el gran legado”.
En cuanto a lectores se refiere, el escritor eligió la novela porque le parece el formato que más puede abarcar; “una biografía habría sido una más para comparar con las otras y la ficción, creo, a todos nos gusta, para volar con la mente”.
Un Leonardo de carne y hueso
El autor recuerda que en España, “hasta el año de 1975, cualquier libro que hablara de Leonardo lo describía como heterosexual y católico practicante, después de eso —el fin de la dictadura— se vuelve un paladín de la homosexualidad y un hereje. Cuando uno investiga, se da cuenta de que existían esos dos Leonardos a la vez; en sus escritos se percibe que era bipolar y, a los 24 años, es acusado injustamente de sodomía y, al salir de la cárcel, algo sucede que practica el celibato por el resto de su vida, ese elemento es determinante, para mí”.
De este modo, refiere Gálvez, se planteó escribir “una historia que tuviera mucha verdad, que circulase por los datos históricos sin demasiadas licencias literarias, que presentara a un Leonardo de carne y hueso y no un superhéroe de ficción que perteneciera a sectas secretas, con todos sus problemas, alguien atormentado por no haber podido lograr lo que intentó”.
En esta toma de distancia del personaje histórico, el escritor consideró que el italiano dominó 14 ramas del saber, el arte era sólo una de ellas: “A mí se me habló de él sólo en historia del arte y, focalizarlo como artista cuando dominó otras disciplinas es injusto; él se consideraba científico y hemos tergiversado su imagen para volverlo un artista. Era muchas cosas y, a veces, también pintaba”.
Así, parte de la bipolaridad de Leonardo se expresa en su aversión por la guerra pero su incursión en la ingeniería militar y la política, trabajando para los Médicis, los Sforza o el Vaticano, de manera que la intención de Gálvez “no es encontrar un personaje mejor o peor, sino diferente, menos genio y más humano”.
De fin a principio
La novela es un primer volumen de crónicas sobre el Renacimiento (el segundo trata sobre Miguel Ángel), y Gálvez afirma que primero escribió el final, “para que el personaje no saliera de lo que para mí era la conclusión perfecta”; después llegó al principio y desarrolló la narración con base en sus condiciones psicológicas.
El capítulo inicial exhibe de forma descarnada la humanidad de alguien que “fue interrogado y torturado en el Palacio de Justicia por dos meses, a 25 metros de donde trabajaba su padre —un notario al servicio de los Médicis— que no hizo nada porque Leonardo era ilegítimo; hay que imaginar lo que siente alguien que ha sido despojado de su madre y alejado del derecho a estudiar por ser hijo ‘natural’. El impacto psicológico debió ser enorme, y nunca nos lo habían contado”.
PERFIL
Inmerso en la cultura
Christian Gálvez (Madrid, 1980) estudió Magisterio y Filología inglesa. Actualmente, como parte de Mediaset España, conduce el concurso cultural “Pasapalabra”. Asimismo, dirige la productora 47 Ronin, S. L., empresa que impulsa el talento de jóvenes promesas, y es socio de Soul&Share. Desde 2009 compagina su trabajo en televisión con su investigación sobre Leonardo da Vinci.
La historia se sitúa en el siglo XV, cuando los estados italianos viven en constante conflicto y, en la Florencia de los Médicis, Leonardo es acusado anónimamente de sodomía, por lo que pasa dos meses bajo tortura e interrogatorio hasta que lo liberan por falta de pruebas; de esta forma, comienza a deshilvanarse una trama donde el arte y la venganza se tejen para “mostrar” a un personaje más cercano al “ser humano” que al “genio” que la tradición nos ha presentado.
Para Gálvez, su interés por Leonardo se da a partir de la oportunidad que tuvo de leer sus escritos “y descubrí que la imagen que veía era bastante diferente de la que me habían contado; me habían mostrado al genio universal, al prototipo del hombre del Renacimiento, pero cuando uno estudia su aspecto psicológico se da cuenta de que era ilegítimo, disléxico, bipolar y con déficit de atención, eso distaba del hombre exitoso y lo que descubrí es que estaba ante la historia de un gran fracasado, justo por estar adelantado a su tiempo. Pero a pesar de esos fracasos, nunca dejó de intentarlo”.
Con todo, la intención de relatar esta historia partió de “la necesidad de hacer justicia literaria, de alguna manera; creo que, a 500 años de distancia, se le ha puesto una pátina de genio cuando podíamos aprender mucho más del hombre. Él fracasó como artista en Roma, Venecia, Milán y Florencia, sólo triunfó en sus últimos años en Francia, en un país que no era el suyo; al final, en ese fracaso hubo aprendizaje y ese es el gran legado”.
En cuanto a lectores se refiere, el escritor eligió la novela porque le parece el formato que más puede abarcar; “una biografía habría sido una más para comparar con las otras y la ficción, creo, a todos nos gusta, para volar con la mente”.
Un Leonardo de carne y hueso
El autor recuerda que en España, “hasta el año de 1975, cualquier libro que hablara de Leonardo lo describía como heterosexual y católico practicante, después de eso —el fin de la dictadura— se vuelve un paladín de la homosexualidad y un hereje. Cuando uno investiga, se da cuenta de que existían esos dos Leonardos a la vez; en sus escritos se percibe que era bipolar y, a los 24 años, es acusado injustamente de sodomía y, al salir de la cárcel, algo sucede que practica el celibato por el resto de su vida, ese elemento es determinante, para mí”.
De este modo, refiere Gálvez, se planteó escribir “una historia que tuviera mucha verdad, que circulase por los datos históricos sin demasiadas licencias literarias, que presentara a un Leonardo de carne y hueso y no un superhéroe de ficción que perteneciera a sectas secretas, con todos sus problemas, alguien atormentado por no haber podido lograr lo que intentó”.
En esta toma de distancia del personaje histórico, el escritor consideró que el italiano dominó 14 ramas del saber, el arte era sólo una de ellas: “A mí se me habló de él sólo en historia del arte y, focalizarlo como artista cuando dominó otras disciplinas es injusto; él se consideraba científico y hemos tergiversado su imagen para volverlo un artista. Era muchas cosas y, a veces, también pintaba”.
Así, parte de la bipolaridad de Leonardo se expresa en su aversión por la guerra pero su incursión en la ingeniería militar y la política, trabajando para los Médicis, los Sforza o el Vaticano, de manera que la intención de Gálvez “no es encontrar un personaje mejor o peor, sino diferente, menos genio y más humano”.
De fin a principio
La novela es un primer volumen de crónicas sobre el Renacimiento (el segundo trata sobre Miguel Ángel), y Gálvez afirma que primero escribió el final, “para que el personaje no saliera de lo que para mí era la conclusión perfecta”; después llegó al principio y desarrolló la narración con base en sus condiciones psicológicas.
El capítulo inicial exhibe de forma descarnada la humanidad de alguien que “fue interrogado y torturado en el Palacio de Justicia por dos meses, a 25 metros de donde trabajaba su padre —un notario al servicio de los Médicis— que no hizo nada porque Leonardo era ilegítimo; hay que imaginar lo que siente alguien que ha sido despojado de su madre y alejado del derecho a estudiar por ser hijo ‘natural’. El impacto psicológico debió ser enorme, y nunca nos lo habían contado”.
PERFIL
Inmerso en la cultura
Christian Gálvez (Madrid, 1980) estudió Magisterio y Filología inglesa. Actualmente, como parte de Mediaset España, conduce el concurso cultural “Pasapalabra”. Asimismo, dirige la productora 47 Ronin, S. L., empresa que impulsa el talento de jóvenes promesas, y es socio de Soul&Share. Desde 2009 compagina su trabajo en televisión con su investigación sobre Leonardo da Vinci.